El caso de Erica Fox reabre el debate sobre la seguridad al entrenar en aguas abiertas

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El hallazgo del cuerpo de la triatleta Erica Fox en una playa del norte de California, días después de desaparecer durante un entrenamiento de aguas abiertas, ha reabierto el debate sobre la seguridad en el triatlón.
El caso, descrito por las autoridades como una investigación en curso, vuelve a poner el foco en cómo entrenan los triatletas fuera de competición, qué decisiones se toman antes de entrar al agua y qué medidas pueden ayudar a reducir riesgos sin caer en el alarmismo.
Según informa The Guardian, los bomberos de California localizaron el cuerpo de la triatleta Erica Fox el sábado, tras una búsqueda de casi una semana.
Fox, de 55 años, desapareció el 21 de diciembre después de participar en un entrenamiento con un grupo de más de una docena de nadadores que salieron desde Lovers Point, cerca de Monterey (California), y no regresó a la orilla.
El medio recoge que un testigo informó a las autoridades de haber visto un tiburón emerger del agua con lo que parecía ser un cuerpo humano en la boca, lo que desencadenó una amplia atención pública y un operativo de búsqueda con participación de equipos locales y de la US Coast Guard. Esta última suspendió la búsqueda el lunes siguiente tras una operación de 15 horas y aproximadamente 84 millas náuticas cubiertas.
El cuerpo fue recuperado en el entorno de Davenport Beach, al sur de Santa Cruz. La oficina del sheriff del condado de Santa Cruz señaló que, por la proximidad del hallazgo al caso reportado previamente en Monterey, trabajan de forma coordinada con las autoridades de la zona mientras continúa la investigación.
Un suceso excepcional, pero que reabre preguntas incómodas
El artículo subraya que los incidentes violentos con humanos son extremadamente raros en la costa de California: antes de este caso, se habían registrado 16 muertes relacionadas con tiburones en el estado en los últimos 75 años. Aun así, el debate en triatlón no gira solo en torno a la fauna marina, sino a la gestión global del riesgo en aguas abiertas.
La experiencia de muchos grupos amateurs muestra que, fuera de competición, la seguridad suele depender más de la rutina y la confianza que de un protocolo claro. Y ahí es donde este tipo de sucesos —por extraordinarios que sean— obligan a revisar hábitos.
Entrenar en aguas abiertas: decisiones que importan
Sin convertir el miedo en norma, el caso ha reactivado conversaciones sobre prácticas que pueden marcar diferencias cuando algo se tuerce:
- Entrenar en grupo y hacer recuento antes y después de la sesión
- Fijar ruta, tiempo estimado y punto de salida/llegada
- Usar elementos de visibilidad y flotación (como boya de seguridad)
- Revisar condiciones y avisos locales antes de entrar al agua
- Si es posible, contar con apoyo en tierra y un plan de emergencia
- Llevar sistemas básicos de localización o comunicación cuando aplique
- Formación mínima en primeros auxilios y RCP dentro del grupo
No se trata de eliminar el riesgo —algo imposible en el deporte— sino de reducirlo con criterio, especialmente en entrenamientos que se repiten semana tras semana y pueden generar una falsa sensación de control.
Un matiz importante: cómo contamos lo ocurrido
En el texto citado por The Guardian, una compañera nadadora de Fox defendía un enfoque prudente a la hora de describir lo sucedido: evitar el marco de “ataque” como etiqueta automática y entenderlo como un incidente ligado al comportamiento de un animal. Ese matiz no cambia los hechos, pero sí influye en cómo se informa y en el tipo de conversación que se genera después.
Desde Triatlón Noticias queremos trasladar nuestro más sentido pésame a la familia, amistades y compañeros de entrenamiento de Erica Fox.
Ojalá este caso sirva, al menos, para reforzar una cultura de seguridad en aguas abiertas basada en el respeto, la prevención y el sentido común.



