La zona “gris” entre la medicina y el dopaje.
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La creciente medicalización del deporte de resistencia ha vuelto al centro del debate tras el comunicado del Movimiento por un Ciclismo Creíble (MPCC), que pide a la UCI frenar la expansión de la llamada “zona gris” entre medicina y dopaje.
Aunque el aviso nace en el ciclismo profesional, el triatlón no es ajeno a esta realidad: desde el uso de cetonas en la élite hasta la normalización de competir con dolor en el ámbito amateur, el debate sobre salud, ética y rendimiento ya está sobre la mesa.
¿Estamos normalizando competir con dolor? La “zona gris” médica
En el deporte de resistencia no todo se decide en los laboratorios antidopaje. Existe una franja más difusa, incómoda, donde lo permitido convive con lo cuestionable.
Ahí es donde el Movimiento por un Ciclismo Creíble (MPCC) ha lanzado un aviso directo a la UCI: frenar la creciente medicalización del deporte antes de que la llamada “zona gris” se convierta en norma.
La advertencia nace en el ciclismo profesional, con menciones explícitas a productos como las cetonas o al uso de analgésicos potentes como el tapentadol.
No se habla de dopaje en sentido estricto, sino de prácticas legales que, según el MPCC, plantean dudas éticas serias cuando se utilizan en atletas sanos para sostener el rendimiento.
Y aunque el foco esté en el pelotón, el triatlón haría mal en pensar que este debate le queda lejos.
Cuando la recuperación empieza a parecer rendimiento encubierto
El MPCC denuncia algo muy concreto: la lentitud de los organismos reguladores para actuar ante nuevas sustancias o métodos. Mientras se investiga si algo es seguro o no, su uso se normaliza. Y cuando finalmente llega una decisión, el hábito ya está instaurado.
En triatlón, especialmente en media y larga distancia, esta dinámica resulta inquietantemente familiar. Calendarios cargados, viajes, calor, estrés competitivo y la presión por “llegar bien” hacen que la recuperación se convierta en una obsesión. A veces, a cualquier precio.
La pregunta incómoda aparece sola: ¿estamos ayudando al cuerpo a recuperarse… o simplemente empujándolo a aguantar más?
La zona gris no empieza con productos sofisticados
Para muchos triatletas amateurs, la medicalización no arranca con suplementos caros ni tratamientos complejos. Empieza mucho antes, de forma cotidiana y socialmente aceptada: un ibuprofeno para entrenar con molestias, un paracetamol para poder competir, algo “para dormir mejor” antes de una carrera.
No es ilegal. No es dopaje. Y precisamente por eso se ha normalizado.
El problema no es el uso puntual, sino el mensaje que se interioriza: quitar el dolor para seguir, en lugar de preguntarse por qué está ahí.
Cuando competir con molestias deja de ser una excepción y pasa a ser costumbre, la frontera entre recuperación y autoengaño se vuelve cada vez más fina.
Ahí es donde la “zona gris” deja de ser un debate de élite y se cuela en el día a día del triatlón popular.
El efecto espejo de la élite
Lo que ocurre en el deporte profesional no se queda arriba. Material, métodos, nutrición… y también mentalidad. Cuando desde la élite se transmite que todo lo que no está prohibido es válido para rendir, el mensaje baja rápido: si no lo haces, te quedas atrás.
El MPCC alerta precisamente de eso en el ciclismo: que los atletas acaben sintiéndose obligados a usar productos cuestionables solo para poder competir en igualdad.
En el triatlón amateur, donde no hay equipos médicos ni controles constantes, ese efecto puede ser todavía más peligroso.
¿Todo lo legal debería asumirse sin debate?
Aquí está el núcleo del problema. El triatlón siempre ha defendido valores como la constancia, la adaptación y la escucha del cuerpo. Pero cuando la conversación gira cada vez más alrededor de qué tomar para rendir o sufrir menos, algo se desplaza.
No se trata de demonizar la medicina deportiva ni de glorificar el sufrimiento. Se trata de reconocer que no todo lo permitido es neutro, y que la falta de límites claros empuja a muchos deportistas a cruzarlos sin darse cuenta.
Un debate que el triatlón no debería esquivar
La llamada de atención del MPCC no es una acusación, es una advertencia. Y aunque venga del ciclismo, interpela de lleno al triatlón moderno.
Porque al final la pregunta no es si algo es legal o no. La pregunta es otra, mucho más incómoda: ¿estamos compitiendo mejor… o simplemente aprendiendo a soportar más?
Pregunta para el lector
¿Crees que en el triatlón se ha normalizado competir con dolor “tapado” o seguimos sabiendo cuándo parar?



